Arts Visuelles
Arts Visuelles 

"FERIA LIBRE MEMORIAL"

Instalación

 

"El fin del siglo XX nos muestra un cielo cubierto de estrellas muertas. El arte de considerar las figuras que ofrece este cielo cubierto de estrellas apagadas contribuye de forma certera a lo que yo llamo la contemporaneidad. Se trata de una lectura particular o, más bien, de una visita al museo de los errores. Contemporaneidad quiere decir entonces, en ese contexto, participar a un aprendizaje de lo negativo. Lo negativo de nuestro estado de conciencia y la necesidad de quemar las ilusiones que nos han marcado mucho más que cualquier otra cosa. No son las ilusiones, ni tampoco los valores comunes de los cuales la gente en general se reivindica, lo que realmente compartimos, más bien son nuestras decepciones."

Las pulsaciones del mundo
Peter Sloterdijk

 

El año 2000, decidí regresar a Chile luego de varios años de auto-exilio en Francia, país en el cual vivo hasta hoy. Decidí volver a hacer una instalación, un trabajo de intervención urbana con el cual salir del registro de la memoria íntima para adentrarme en campos del pensamiento más complejos y volcados definidamente hacia la crítica cultural.

El gesto se hace, se resuelve, de forma mucho más concreta en la representación del hecho político, proponiendo un espacio colectivo de reflexión donde la noción misma de comunidad se encuentra a la vez representada e interrogada más allá de la memoria oficial. Las predicciones en el cambio de siglo, me llevaron a replantearme el tema de la desaparición forzada como un hecho que no debería ser olvidado bajo la ilusión de una nueva era. Esta instalación consistía en una bandera chilena construida, cosida, con diversas prendas de ropa de recuperación. Metafóricamente, estas ropas eran los últimos vestigios de mis compatriotas detenidos desaparecidos y que venían a ser la representación ultima de un drama nacional. Esta instalación se fundamenta en el mito de los pescadores desaparecidos en alta mar, a los cuales –según las tradiciones regionales– les dan sepultura simbólica a través de la exposición de sus vestimentas. También, como su título lo indica, se refiere al mercado paralelo de las ferias libres, donde se puede comprar ropa a muy bajo costo y que sin duda es otra metáfora de la dominación del sistema delibre mercado.

Otra decepción que sin duda hace parte de la identidad colectiva de la nación chilena. Una nación remendada. Una cultura de los restos.

La decepción, la travesía de los campos en ruinas que significó el despertar a un nuevo siglo, no ha posibilitado el cambio sustancial y global que algunos filósofos contemporáneos auguraban. Todos los hechos históricos del siglo XX fueron marcados por la preponderancia de la dominación de las ideologías totalitarias que en sus expresiones más nefastas no hicieron más que destruir un campo metafísico universal ya debilitado por la historia entera de la humanidad.

El supuesto cambio en las sociedades modernas (no hablaré de posmodernidad que para mí es otra ilusión) estaba fundamentado en el crecimiento lógico y la adhesión de las diversas sociedades a un pensamiento universal, unificador, integrador y global. Sin duda, esta forma de plantear un futuro libre de conflictos, surge del paréntesis epistemológico que significó para la humanidad entera el avance libertario del pensamiento revolucionario de mayo del 68 en Francia y la expansión de los derechos humanos como base para la construcción de un futuro estable y pacífico que beneficiaría a la humanidad entera.
Este cambio tendería al mismo tiempo a una supresión de todos los valores nacionalistas, las lenguas regionales, las tradiciones provincianas, las fiestas votivas, las expresiones populares y religiosas… Todos estos elementos fueron designados como responsables del odio y la intolerancia que facilitaron la apoteosis que fue la II Guerra Mundial y los consabidos conflictos bélicos, los genocidios, las guerras teológicas, los odios raciales; problemáticas cultivadas en nombre de la seguridad interna de los Estados. Es preciso decir que a la voluntad radical de re-posicionar al individuo como agente de cambio se le opuso de forma grosera el progreso del colectivo humano desde la productividad y la economía como ideología centrada en el bien común y el progreso.

El cambio en la sociedad ha sido desde siempre una quimera, perseguida por los mercaderes de ilusión , representados esencialmente por los poderes teológicos, los políticos de turno y los nuevos aspirantes mesiánicos del porvenir de la humanidad: los héroes patriotas, los mártires nacionales, los caudillos de pacotilla.

La propaganda como factor de dominación común a casi todas las sociedades es otra de las estrellas muertas nombradas por Peter Sloterdijk. Sin duda, el siglo XX fue un siglo de propaganda –a veces descarada, a veces velada– de ilusión espiritual. Los seres humanos estamos ávidos de esperanzas, de promesas, de un confort secular en el cual finalmente podremos detener la máquina del tiempo, alejar de las cadenas de significantes toda remota presencia del dios Chronos… Y de paso vencer a la muerte, la muerte individual y la muerte colectiva.

Este cambio en la forma de concebir los aspectos más básicos de la forma de hacer y de ser comunidad, de pertenecer a una sociedad particular, hoy en día, en el inicio de una nueva era tecnológica, viene a marcar una globalizacion, una uniformidad de las experiencias y de las identidades, supeditadas a factores de consumo y de acceso a los medios de comunicación.

La exclusión como fuente de dominación no ha hecho más que acrecentar en los seres humanos la sensación del triunfo del individualismo (que nada tiene que ver con la identidad individual) como ideología dominante. Donde antes se valoraba el valor de quien de forma individual se atrevía a salir de la esfera de lo privado en pos de una lucha constante por el bien común, hoy se valora sobre todo el esfuerzo individual, el mérito, como si las determinaciones sociales no tuvieran en realidad ninguna incidencia en la construcción de una identidad única, en medio de otras identidades únicas.

La decepción que sufrimos los seres humanos en este comienzo de siglo hace parte de la pérdida de todo referente colectivo. Las faltas de oportunidades van de la mano con el repliegue en pequeñas comunidades y algunas luchas micro colectivas más bien inocentes e inmediatamente recuperadas por los poderes. De hecho, la propaganda ha tenido su re-aparición, al mismo tiempo que han surgido nuevas expresiones nacionalistas, guerras fronterizas, el sedentarismo cultural, el neo folklore, las identidades fijas, la negación de la alteridad, en oposición al nomadismo, la alteridad y la transformación evolutiva…

Con esta instalación he buscado re-insertar en el panorama de las artes visuales de Concepción una visión que en la época ya parecía obsoleta: el hecho de hacer converger la realidad histórica con las artes plásticas como medio de intervención urbana. Un emblema, una bandera de la vergüenza, para un país construido sobre un campo de ruinas.

(Esta instalación fue construida con la colaboración de los artistas Cristián y Lorena Muñoz, Guillermo Moscoso y Liliana Quijada)

Miguel Parra Urrutia
Artista visual
París, enero 2013

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© Miguel Parra Urrutia